Creemos que el Espíritu Santo, la Tercera Persona de la Trinidad, mora en cada creyente inmediatamente después de que éste pone su fe en el Señor Jesucristo y que Dios provee, a través del Espíritu Santo, el poder para vivir la vida cristiana. Creemos que cada creyente recibe la gracia de Dios en forma de don espiritual, que le capacita para funcionar como miembro del cuerpo de Cristo.

[Romanos 5:5; 8:1-9; Gálatas 5:16-25; Romanos 12:6; 1 Corintios 12:7; Efesios 4:7].

Creemos que nadie puede entrar en el reino de Dios a menos que nazca de nuevo espiritualmente, y que el nuevo nacimiento del creyente viene sólo a través de la fe en el Señor Jesucristo, el Hijo de Dios. Ni las buenas obras ni la superación personal pueden compensar nuestro pecado. La salvación es un don gratuito de Dios. Sin embargo, como cualquier regalo, hay que recibirlo. Este don se recibe por la fe, es decir, creyendo y confiando en Jesucristo, que murió como nuestro sustituto para que pudiéramos vivir. Mediante el arrepentimiento del pecado y la fe en Dios, nos apartamos de nuestra vida autogobernada para confiar en Jesús como Señor y Salvador.

[ Juan 1:12; 3:16-18; 14:6; Romanos 4:4-5; 5:6-21, 6:23; 2 Corintios 5:21; Gálatas 3:13,26; Efesios 2:8-9; Tito 3:5 ].

Las personas son creadas a imagen de Dios, y están diseñadas para reflejar Su carácter. Las personas son el objeto supremo de la creación y el amor de Dios. A través de la transgresión voluntaria y la desobediencia, las personas han caído de su estado originalmente creado de justicia, paz y alegría a un estado de separación de Dios. Estar separado de la fuente de la vida, el amor y la alegría ha resultado en esclavitud y muerte. Las personas son incapaces de liberarse a sí mismas de su condición pecaminosa, sino que dependen totalmente del poder de Dios presentado en el Evangelio de Jesucristo.

[ Génesis 1:26-27; Salmo 8:3-6; Isaías 53:6, 59:1-2; Romanos 3:23; 5:12-21 ].

Creemos que al morir los espíritus y las almas de aquellos que han confiado en el Señor Jesucristo para salvación pasan inmediatamente a Su presencia y allí permanecen en bienaventuranza consciente hasta la resurrección del cuerpo glorificado cuando Cristo venga por los Suyos, con lo cual el alma y el cuerpo reunidos estarán asociados con Él para siempre en gloria. La separación eterna de Dios es el Infierno. La comunión eterna y la unión con Dios es la vida eterna. El Cielo y el Infierno son lugares reales de existencia eterna.

[ Juan 3:16; Mateo 25:31-46, 19:29; 2 Tesalonicenses 1:7-9; Apocalipsis 20:11-15 ].

Creemos que las iglesias locales, como The Family Center, se reúnen para recibir instrucción práctica en las Escrituras, para tener comunión con Dios y con otros creyentes, y para dar testimonio corporativo al mundo que no es salvo. Dado que el Nuevo Testamento exhorta a los creyentes a reunirse con fines tales como la adoración, la oración, la comunión, el compartir la Cena del Señor, la enseñanza de la Palabra, el ministerio a otros cristianos y la evangelización, la iglesia local es una parte indispensable del plan de Dios para su pueblo y el mundo. Creemos en la unidad espiritual de todos los verdaderos creyentes en el Señor Jesucristo y en la cooperación mutua para las causas de la evangelización, la acción social y las misiones.

[ Mateo 16:16-18; Romanos 12:5; 1 Corintios 12:12-13; Efesios 1:22-23, 4:4-6, 9-16 ].

El Centro de la Familia cree en la santidad del matrimonio según Marcos 10:6-9 entre un hombre y una mujer. «Pero al principio de la creación Dios ‘los hizo varón y mujer’. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne. Ya no son dos, sino una sola carne. Por tanto, lo que Dios ha unido, que no lo separe nadie». Se espera de los casados que mantengan sus votos matrimoniales.